martes, 7 de abril de 2015

Lux aeterna

Hoy os voy a hablar de la gran obra maestra (y póstuma, como veremos) de Mozart, su famosísimo Réquiem en Re Menor K 626. Se trata, pues, como bien sabéis, de una monumental misa de difuntos que Mozart compuso en la última etapa de su vida. De hecho, murió sin acabarla, pero mientras agonizaba le dio indicaciones a su discípulo Süssmayr de cómo concluirla. Este músico completó el Sanctus, el Benedictus, el Agnus Dei y el Lux aeterna, y retocó la orquestación de toda la obra donde Mozart no había indicado nada.

En efecto, Mozart trabajaba en esta obra mientras una tremenda enfermedad le aquejaba. Sentía escalofríos, se le hincharon las manos y los pies, y estaba medio paralizado. Pero él seguía sacando fuerzas, si bien con poco entusiasmo, para continuar con el Réquiem. Sin embrago, el dolor del joven músico cesaría pronto. Mozart expiró el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años de edad. 

Paradójicamente, este encargo se había convertido en su propio réquiem, aunque sólo de manera simbólica, porque, como todos sabemos, Mozart fue enterrado en una fosa común, sin ninguna ceremonia ni nadie presente más que los sepultureros.

Manuscrito de Mozart


A continuación, voy a explicar cada parte de la obra.

Esquema:





  • Introitus: Requiem Aeternam (coro y soprano)
  • Kyrie Eleison (coro)
  • Sequentia:
    1. Dies Irae (coro)
    2. Tuba Mirum (soprano, contralto, barítono y tenor)
    3. Rex Tremendae (coro)
    4. Recordare, Pie Jesu (soprano, contralto, barítono y tenor)
    5. Confutatis Maledictis (coro)
    6. Lacrimosa Dies Illa (coro)
  • Offertorium:
    1. Domine Jesu (coro, soprano, contralto, barítono y tenor)
    2. Hostias (coro)
  • Sanctus:
    1. Sanctus (coro)
    2. Benedictus (coro, soprano, contralto, barítono y tenor)
  • Agnus Dei (coro)
  • Communio: Lux Aeterna (coro)

  • Introitus: Requiem aeternam. Ya desde el principio queda latente el carácter pesimista y desolador que marcará toda la obra. Una inquietante sucesión de acordes partidos es interpretada por las cuerdas, mientras el viento ejecuta una frase oscura y fluida. La tensa tranquilidad se quiebra con la irrupción de los trombones, y el coro empieza a recitar una polifonía a cuatro voces en forma fugada (inicialmente) bajo las palabras: Requiem aeternam dona eis Domine. Le sigue la frase homófonica Et lux perpetua luceat eis, súplica solemne que arroja un tímido halo de esperanza entre tanta penumbra. Tras una breve cadencia, la soprano canta en solitario la bella melodía Te decet hymnus. Interviene de nuevo el coro en pleno con la intensa polifonía Exaudi, donde se van alternando las diferentes voces mientras la orquesta ejecuta unos brillantes acordes en si bemol mayor. Una nueva cadencia nos conduce a una polifonía donde se recurre a elementos ya usados. Las voces graves cantan el tema Requiem aeternam, cuyo contratema, Dona eis, es recitado por las agudas, hasta que se intercambian los papeles. Desembocamos nuevamente en la frase Et lux perpetua, esta vez con un acompañamiento más complejo que nos anuncia la conclusión.




    Kyrie. Monumental fuga a cuatro voces, que toma prestado un tema de Händel. El tema utiliza las palabras Kyrie eleison (Señor ten piedad), y el contratema la locución Christe eleison (Cristo ten piedad). Durante esta fuga, Mozart utiliza diversos recursos contrapuntísticos, a saber:

    • Imitación. Por ejemplo, usa el stretto, que consiste en introducir el tema en una voz cuando está aún sonando ese mismo tema en otra voz. Es decir, usar el mismo tema en diferentes momentos de tal forma que empieza en una voz cuando todavía no ha acabado en otra. Pueden estar en distintos tonos.
    • Modulaciones. Algunos recursos para cambiar de tonalidad son los siguientes:
      • Respuesta, que consiste en usar primero un tema en un tono, y luego transportarlo a la dominante.
      • Frases de transición: puentes modulantes, frases cadenciales, codettas.
    • Variaciones rítmicas y melódicas de los temas. Por ejemplo:
      • Alargamiento o disminución de la duración del tema.
      • Inversiones melódicas.
    • Recursos armónicos. 
      • Uso de contratemas o de temas secundarios para enriquecer armónicamente al tema.
      • Uso de progresiones.



    Dies Irae. Dramático pasaje donde el amenazador grito del coro nos advierte del terror que sacudirá el mundo el día del juicio final:

    Dies irae, dies illa 
    solvet saeclum in favilla 
    teste David cum Sibyla

    Quantus tremor est futurus 
    Quando judex est venturus
    Cuncta stricte discussurus

    Día de ira, aquel día,
    en el que el mundo quedará reducido en cenizas,
    según los oráculos de David y la Sibila.

    Cuánto terror habrá,
    cuando el juez venga,
    para juzgarnos estrictamente.




    Tuba mirum. Un trombón anuncia el tema, imitado inmediatamente por el bajo, y serán acompañados por la orquesta según el estilo concertante. Ahora intervienen sucesivamente el tenor, la contralto y la soprano hasta fundirse las cuatro voces en un radiante cuarteto.



    Rex tremendae majestatis. Un sobrecogedor unísono de toda la orquesta abre este solemne pasaje, donde la violenta intervención de las diferentes voces del coro y la orquesta crea un todo polifónico de una intensidad arrolladora. Finalmente, este clima de inquietud deja paso a la tímida plegaria Salva me, fons pietatis, desprovista de dramatismo y tímidamente esperanzadora.




    Recordare. Admirable polifonía, donde se unen en primer lugar las voces de la contralto y el bajo, luego las de la soprano y el tenor y, finalmente, todas ellas se funden en un bellísimo cuarteto vocal.




    Confutatis. Nuevo episodio dramático donde se alternan violencia (tenor y bajo) con serenidad no exenta de inquietud (contralto y soprano).



    Lacrimosa. Melancólico pasaje bañado por el sollozo del coro y la orquesta, que concluye con el dramático crescendo Amen.




    Domine Jesu. Tenebroso motete contrapuntístico, donde las súplicas del coro (libera animas...) por que las ánimas no caigan en la oscuridad, dan paso al admirable cuarteto solista Sed signifer sanctus Michael, que desemboca en la fuga cromática Quam olim Abrahae.




    Hostias. Motete homofónico en el que la serenidad inicial se quiebra con el alarido Hostias. Nueva aparición de la fuga Quam olim Abrahae.



    El Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei son de Süssmayr. De estos episodios cabe destacar las brevísimas fugas de Osanna in excelsis, aunque es evidente que la obra de Süssmayer resulta mediocre en comparación con la de su genial maestro Mozart.







    Finalmente, para dar coherencia a la obra, Süssmayr recurrió a la música del Introitus y el Kyrie, cambiando la letra por el texto de las secuencias Lux aeterna y Cum sanctis in aeternum. De esta manera concluye la que para mí es la obra más perfecta jamás concebida en la historia de la música.





    Para ver la letra en latín y su traducción al español pulsa en el siguiente enlace:
    http://www.lcc.uma.es/~ppgg/html/requiem.html


    BIBLIOGRAFÍA

    • Yves y Ada Rémy, Mozart, Espasa-Calpe, Madrid, 1974.