“La voz de Dios”, así calificaba la música de Mozart el compositor Salieri
en la famosa película Amadeus. Nunca
mejor dicho si nos referimos a la obra religiosa que os traigo hoy: la
magnífica Misa en do menor (K. 427).
Para mí esta es, por lo menos, una de las diez mejores obras musicales que se
hayan escrito jamás. Y pensaréis, ¿qué tiene esta misa que me apasiona tanto?
Ni yo mismo sabría decirlo exactamente, porque la música es muy difícil de
describir con palabras. Se pueden añadir todos los calificativos que quieras,
pero nunca conseguirás expresar qué es lo que te hace sentir exactamente.
Además cada uno tiene su propia percepción subjetiva que difiere totalmente de
la del resto. En fin, sólo puedo calificarla de sublime y si la escucháis
entenderéis por qué.
Lo que sí os puedo decir con seguridad es que esta misa realmente no es una
única obra, sino un conjunto de obras, cada una de las cuales es una parte del
texto litúrgico y tiene su propia estructura técnica y su propio carácter
expresivo. También os puedo decir que Mozart compuso esta obra como muestra de
amor a su mujer, Constanza, que cantaría la voz de soprano. Sin embargo nunca
la terminaría (faltan versos del Credo y
del Agnus Dei no hay nada escrito), y
esto se explica en que le surgían encargos por los que sí recibiría dinero de
antemano.
Constanza Weber, la mujer de Mozart,
y su marido.
En cuanto al estilo musical, esta obra recibe la influencia de J. S. Bach,
a quien Mozart acababa de descubrir en el momento que la compone, y del “estilo
galante”, que es la corriente musical de moda en el clasicismo. A continuación,
os explicaré un poco sus partes desde mi punto de vista subjetivo, aunque, como
dije antes, es muy difícil expresar con palabras los sentimientos musicales, lo
mejor para entender esta obra es escucharla. Os sorprenderá, como mínimo.
MISA EN DO
MENOR (K. 427)
KYRIE. La orquesta presenta suavemente un diseño melódico de una belleza
totalmente embriagadora, y entonces entra el coro pronunciando las palabras Kyrie eleison (Señor ten piedad), las
voces femeninas las repetirán sin parar en una especie de torbellino vocal
lleno de expresividad que asciende hasta lo más alto, para luego reposar en la
tranquilidad del principio. Llegamos ahora a la ternura y la serenidad del Christe eleison (Cristo ten piedad),
donde la soprano (solista) nos hace una demostración de la belleza de su voz,
apoyada por el coro y la orquesta en perfecta armonía, creando un ambiente
sosegado que a mí me evoca el atardecer. Esta parte es de una delicadeza
indescriptible. Vuelta al Kyrie eleison, con
algunas variaciones que le aportan más dinamismo e intensidad.
GLORIA. El tenor pronuncia las palabras Gloria in excelsis Deo, y un grito eufórico desencadena un
subidón de optimismo, un poco histérico, que se relajará para luego volver y
concluir suavemente. Viene a continuación la bella canción del Laudamus,
llena de encanto, donde la soprano hará todo tipo de virguerías con su voz,
dulcificando las palabras Laudamus te,
Benedicimus te, Adoramus te y Glorificamus te. Pero de repente suena un
estruendo, que parece querer expresar rabia y recuerda un poco al Réquiem, es el Gratias. Sigue el dúo
entre las sopranos Domine Deus, presentado por la orquesta con una bonita melodía.
Cada una recita una parte por separado hasta que sus dos voces se funden
creando un conjunto angelical. Nos inunda de nuevo el pesimismo con el Qui
tollis peccata mundi, muy gritón debido a la participación de todo el
coro pero no exento de belleza. Parece una niebla que lo envuelve todo.
Entonces llegamos al Quoniam, donde empiezan cantando las
sopranos hasta que se incorpora el bajo, surgiendo una especie de diálogo. A mí
esta parte me recuerda al cielo encapotado de Oviedo, porque se nota todavía
una cierta melancolía. Pero ahora se despejará totalmente el cielo con la
grandiosidad (y brevedad) del Jesu Christe. Un ataque de euforia
nos da con la espectacular fuga de Cum Sancto Spiritu, donde todo el
coro desarrollará un tema aparentemente sencillo pero cargado de alegría y
sonoridad. Al tratarse de una fuga, parece ascender y ascender en una subida
interminable. Resultan muy espectaculares las escalas llevadas a cabo por las
diferentes voces, destacando las femeninas sobre las masculinas. Todas ellas se
van intercambiando las funciones de melodía principal y relleno armónico.
CREDO. El tenor comienza pronunciando las palabras
Credo in unum Deum. Inmediatamente
la orquesta presenta una música brillante y algo solemne, muy al estilo
mozartiano, que encaja a la perfección con la recitación del texto por parte
del coro, donde las voces femeninas destacan sobre las masculinas en todo
momento, pero se establecerá un diálogo entre ellas. Esta es una de mis partes
favoritas. Llegamos ahora a la tranquilidad excesiva del
Et incarnatus est, donde
se oye un goteo muy suave, por lo que nos da la sensación de estar en el
interior de una cueva. Aquí se oye a las sopranos acompañadas de instrumentos
de viento.
SANCTUS. Un grito solemne con la palabra Sanctus rompe con la tranquilidad
previa y se repetirá tres veces. Empieza entonces un crescendo que desemboca en
la magnífica fuga Osanna in excelsis,
muy veloz y dinámica, que parece ansiosa pero a la vez mantiene algo la calma.
A mí me recuerda un poco a un río que va deslizándose rápidamente por un valle.
Empieza el Benedictus, donde intervienen todas las voces cantando unas
melodías llenas de sensibilidad. Finalmente, la obra concluye con el fragmento
final de la fuga Osanna in excelsis.
Aquí os dejo un vídeo de la misa si queréis escucharla:
TEXTO LITÚRGICO DE UNA
MISA:
KYRIE
Kyrie eleison
Christe eleison
Kyrie eleison
GLORIA
Gloria in
excelsis Deo.
Et in terra pax
hominibus bonae
voluntatis.
Laudamus te.
Benedicimus te.
Adoramus te.
Glorificamus te.
Gratias agimus
tibi
propter magnam
gloriam tuam.
Domine Deus,
Rex coelestis,
Deus Pater
omnipotens.
Domine Fili
unigenite,
Jesu Christe.
Agnus Dei,
Filius Patris.
Qui tollis
peccata mundi,
miserere nobis.
Qui tollis
peccata mundi,
suscipe
deprecationem nostram.
Qui sedes ad
dexteram Patris,
miserere nobis.
Quoniam tu solus
Sanctus,
tu solus Dominus,
tu solus
altissimus,
Jesu Christe.
Cum Sancto
Spiritu
in gloria Dei
Patris.
Amen.
CREDO
Credo in unum
Deum,
Patrem
omnipotentem,
factorem coeli et
terrae,
visibilium omnium
et invisibilium.
Et in unum
Dominum Jesum Christum,
Filium Dei unigenitum.
Et ex Patre natum
ante omnia
saecula.
Deum de Deo,
lumen de lumine,
Deum verum de Deo
vero.
Genitum, non
factum,
consubstantialem
Patri,
per quem omnia
facta sunt.
Qui propter nos
homines
et propter
nostram salutem
descendit de
coelis.
Et incarnatus est
de Spiritu Sancto
ex Maria Virgine,
et homo factus
est.
Crucifixus etiam
pro nobis:
sub Pontio Pilato
passus et
sepultus est.
Et resurrexit
tertia die
secundum
scripturas.
Et ascendit in
coelum:
sedes ad dexteram
Patris.
Et iterum
venturus est cum gloria,
judicare vivos et
mortuos:
cujus regni non
erit finis.
Et in Spiritum
Sanctum,
Dominum et
vivificantem:
Qui ex Patre
Filioque procedit.
Qui cum Patre et
Filio simul
adoratur et
conglorificatur:
qui locutus est
per Prophetas.
Et unam sanctam
catholicam
et apostolicam
Ecclesiam.
Confiteor unam
baptisma
in remissionem
peccatorum.
Et exspecto
resurrectionem mortuorum.
Et vitam venturi
saeculi.
Amen.
SANCTUS
Sanctus, Sanctus,
Sanctus
Dominus Deus
Sabaoth.
Pleni sunt coeli
et terra
gloria tua.
Osanna in
excelsis.
BENEDICTUS
Benedictus qui
venit
in nomine Domini.
Osanna in
excelsis.
AGNUS DEI
Agnus Dei,
qui tollis
peccata mundi:
miserere nobis.
Agnus Dei,
qui tollis
peccata mundi:
dona nobis pacem.